Día de muertos.

Nací en Xalapa, hace 39 años. Me pide recordar cuáles son las costumbres de allá. Para poder hacerlas venir a mi cabeza ahora, tengo que oponerlas a lo que ahora vivo en Baja California. De Ensenada a Mexicali a Ensenada a Mexicali. La cultura y las costumbres son distintas pero mezcladas, aquí hay un poquito de todo, en algunos casos son muy claras algunas expresiones culturales y otras no tanto. Hay momentos en el año en el que se hacen visibles ciertas prácticas y costumbres; de las que puedo recordar en este momento son los días de celebración del Día de Muertos y los casos de Navidad, y podrían ser también la celabraciòn de los cumpleaños. En otros casos en la vida cotidiana también hay diferencias, puede ser con la alimentación, las bebidas, la forma de recorrer la ciudad, la forma de pensar el mundo y sus relaciones. Creo que lo mejor será enfocarme en un sólo evento y recrearlo en palabras mientras lo voy recordando.


Mi abuela vivía en la Colonia Modelo, a media cuadra de la calle Zempoala. Famosa la calle porque había una panadería "la de la calle zempoala" de seguro tiene otro nombre pero así la nombramos entre la familia. Caminábamos mis hermanos y yo, desde la casa de mi abuela quizá 70 metros, al ras de la banqueta estaba una puerta con un pasillo largo que se internaba en el edificio. Esos pasillo en Xalapa son comunes, adentro se puede uno encontrar con casas amplias, o patios de vecindad amplios, patios internos donde viven 8 o 12 familias distribuidas en departamentos, una sola puerta en la calle. Así era esta puerta hacia la panadería, entraba uno por el pasillo y había que bajar unos escalones hasta el horno. No había tienda digamos, sólo una mesa larga bajando del lado izquierdo donde tres o cuatro panaderos preparaban la harina, le echaban leche, agua, huevos, levadura y otros ingredientes. A la espalda de los panaderos estaban varios hornos ahí todo era calor y olor a pan. Bajando del lado derecho había estantes donde estaba colocado el pan recién hecho, había anaqueles con tres o cuatro niveles donde se acomodaban charolas completas de pan de distintas variedades y que eran típicos de Xalapa. Camelias, violines, empanadas, almohadas, chamucos, ojos de buey, laureles y así muchos tipos de pan que ya no recuerdo todos los nombres.


Pero el día que especialmente quiero recordar ahora es el Día de Muertos porque la panadería, las panaderías, la ciudad completa y hasta el cielo se transformaba, tomaba un acento melancólico y lloroso. Nublado, frío, tardes oscuras de lluvia y frío. Chipi chipi que acompañaba los viajes al panteón a visitar los muertos de mis padres. Así lo sentía yo. Era día de visitar las tumbas de los padres de mi mamá y el padre de mi papá. Llevar escoba, jabón y limpiar la tumba, quitarle polvo, tierra, lodo, quitar las flores viejas y poner nuevas, si es que no nos había ganado algún tío o tía a hacer lo propio. En fin que el día transcurría así, durante la mañana o tarde era esto. Una vez limpia la tumba y con flores nuevas y coloridas había que permanecer callados, reflexivos y frente a la tumba rezar un padre nuestro dirigido por mi mamá. No era que fuéramos seguido a la tumba porque recuerdo que cuando hacíamos visita había que hacer limpieza profunda porque pasaba tiempo sin visita la tumba. Así era. Luego en la tarde íbamos a casa de mi abuela, la única viva en ese tiempo. La madre de mi papá. En su casa a 70 metros de la panadería se hacía la comilonga. Nos mandaban, o me mandaban por pan y mis hermanos me acompañaban. Pero en esas fechas algo especial sucedía en esta panadería y en todas las panaderías de la ciudad: sólo elaboraban pan de muerto. Ahora de grande me han platicado muchos significados de la forma del pan de muerto que en Xalapa también le llamaban pan de huevo, porque tenía huevo. Su forma redonda, abrillantado en la cubierta, moreno, con adornos de pan encima de la rueda, con forma como de gota (algunos me han dicho que son cuerpos de los muertos). Era un pan exquisito, oloroso supongo que por el huevo, me encantaba ese olor del pan, ese calor de la panadería por el calor del horno. Traíamos un bolsón de pan, lleno hasta el copete. Para todos. Mi mamá, mi tía preparaban café o chocolate y nos servían enfrijoladas o enmoladas, garnachas, picadas o algo así para cenar. Luego con café con leche (bronca) comíamos pan de muerto, a veces era con chocolate. Era un pan rico. Siempre fuimos a esa panadería, nomás que especialmente el día de muerto se transformaba. Como se transformaban las casas con los altares a los difuntos y olía a guayaba, flor de muerto, tequila, caña, naranja, flores, chocolate, velas o veladoras. Ese olor inconfundible de mi infancia.

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